He llegado a la estación,
está vacía. Los raíles se extienden hasta donde me alcanza la vista, incluso
puedo sentir el óxido de un camino en desuso. Miro a mis pies y me doy cuenta
de que pisan sobre baldosas descoloradas y descolocadas. Me acerco al bordillo
del andén, cierro los ojos e inspiro mientras la suave brisa que ondea entre
los árboles entra en mis pulmones.
Miro hacia atrás y veo mi
maleta. En ella llevo mis recuerdos, mi pasado. Cada vez me resulta más pesada,
pero no soy capaz de deshacerme de nada. Tiro fuerte de ella y me acerco de
nuevo al andén. De lejos veo venir un tren, pero me da miedo cogerlo porque tú
no estás…
…El tren ya se ha ido, yo me
quedo. Yo espero, yo te espero. Mientras el tiempo pasa me siento parte del
lugar, me fusiono con él. Sentado en el suelo con el corazón en la mano. Y
aquí, siendo ya parte de esta estación espero un tren y espero a una persona, ¿hasta
cuándo? Hasta que estés conmigo.