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martes, 22 de marzo de 2011

Fremont y Herman

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   Herman entró en casa y sorteó con gran destreza las habituales preguntas de sus padres. Se encerró en su habitación y se puso a escuchar música.
   “Espero que no nos haya visto nadie…” Se tumbó sobre la cama con un suspiro. “Sé que Fremont se preocupa por mí, pero creo que no estoy preparado para contárselo a mis padres… Quizás entiendan todo esto, ¡Si me resulta difícil a mí!, cuanto más a ellos. En casa cada vez que sale el tema lo evitan rápidamente con bromas.”
   Cambió de canción y se recostó sobre su lado derecho, quedando ensimismado hacia el precioso cuadro de Monet. Aquellos nenúfares les trasmitían una gran tranquilidad y la sensación de libertad al ver como flotaban en el cielo reflejado. “Nunca comprenderé porque no me dejan ser libre… ¿Porqué no puedo escoger lo que me gusta? ¿Quién es el que dicta las normas sobre lo que está bien visto o mal visto? Nunca, nunca, nunca me puedo sentir libre si todos esos ojos acechan sobre mí, si todos ellos matan mi dignidad y no me dejan vivir.”
   Tragó saliva y sintió como un gélido diamante bajaba rozando su cara para acabar en la almohada, sin embargo llevó consigo parte de la angustia que sentía. “Me siento continuamente rodeado de hipócritas y de personas poco coherentes. Ponen el grito en el cielo para defender la libertad, la igualdad, pero esas mismas en las situaciones cotidianas se retraen y al contrario de lo que dijeron no están seguras de la legitimidad de lo que defienden.” Se gira y tumbado sobre la cama mira a la lámpara que cuelga del techo. “Cuando me siento en el banco del parque, con la persona a la que quiero, la gente, sin importar la edad, no pueden pasar sin mirar extrañados. No sé si lo hacen inconscientemente por curiosidad, o eso quiero creer. Por el contrario otros no pueden reprimir su curiosidad que se traduce en ciertas ocasiones en una cara de asco o murmullos con su compañero… ¿Soy acaso un bicho raro? ¿O es que no estoy haciendo lo correcto? Me resulta deprimente pensar que todo el mundo aborrece mis gustos y los rechaza. Prefiero, por el momento, vivir pensando que sólo es una pequeña curiosidad, sea esto mentira o verdad.”
   Herman se quedó dormido mientras seguía cavilando en su difícil situación, puede que no sea el único que pensara en ello. Es mejor creer, para no ser pesimistas, que no es el único.

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